Impacto macro
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Sergio Sarmiento
21 Oct. 13

"La única diferencia entre la
muerte y los impuestos es que la muerte no empeora cada vez que se reúne el
Congreso".
Will Rogers
La primera pregunta para la economía
macro es: ahora que parece que ya estamos en recesión, ¿cuál será el impacto
del aumento de impuestos?
La propuesta original del Presidente
de quitar 239,700 millones de pesos a los contribuyentes para entregarlos al
gobierno representaba un retiro de 1.36 por ciento del Producto Interno Bruto
de la economía productiva. Con los ajustes de los diputados, el monto total se
redujo a unos 200 mil millones de pesos (es difícil saber cuánto porque algunos
de los "ajustes", como proyectar un precio mayor del petróleo crudo
de exportación o del tipo de cambio, son meras pajas mentales). Si éste fuera
el tamaño del golpe, se retirarían recursos de la economía productiva con valor
de 1.13 por ciento del PIB. Es de cualquier manera un golpe muy fuerte que
tenderá a agravar la recesión.
Para compensar este impacto recesivo
el gobierno busca tener un déficit público de 4.1 por ciento del PIB o 721 mil
millones de pesos. Esto permitirá al gasto gubernamental alcanzar un récord
histórico de 4 billones 450 mil millones, pero 16.2 por ciento no tendrá
respaldo en ingresos, lo que significa que tendrá que ser financiado con nueva
deuda pública. El gobierno de Peña Nieto va a incurrir en el mayor aumento de
deuda en un solo año desde la década de 1980.
Gastar dinero que no se tiene eleva
en un principio el crecimiento económico y la prosperidad. Es como si un jefe
de familia decide utilizar la tarjeta de crédito para financiar el 16 por
ciento de su gasto. Los primeros meses o años la familia vivirá mejor. El
problema es que tarde o temprano hay que pagar las deudas.
Cuando la deuda se contrata para la
adquisición de bienes de producción o de activos, por ejemplo equipo para una
empresa o una casa para la familia, el gasto deficitario puede terminar siendo
positivo. El gobierno de Enrique Peña Nieto, sin embargo, está aumentando la
deuda simplemente para financiar gasto corriente. Los recursos se aplicarán a
nuevos programas sociales que podrán traer algunos beneficios -y sobre todo
comprar muchos votos al partido gobernante- pero no generar una mayor
producción ni creación de activos.
Para el gobierno de Peña Nieto esto
no es relevante porque el pago de la deuda lo tendrán que hacer gobiernos
futuros. Ésa fue también la apuesta de Luis Echeverría y José López Portillo en
la década de 1970. El pago de la deuda le tocó a Miguel de la Madrid, a los
gobiernos subsecuentes y a los ciudadanos. La década perdida de los ochenta fue
una consecuencia directa de la deuda pública acumulada por Echeverría y López
Portillo. Peña Nieto está en la misma posición de aprovechar los beneficios políticos
de un mayor gasto corriente dejando los costos para los gobiernos que vengan
después.
¿Disminuirá la pobreza en México por
el nuevo gasto social? Lo dudo. El aumento de impuestos a empresas y personas
físicas provocará una caída en la inversión y por lo tanto en la generación de
empleos productivos. La experiencia de los últimos años nos demuestra que puede
subir mucho el gasto social sin que se reduzca la pobreza. Mucho más influye el
crecimiento de la economía, o un desplome como el que sufrimos en 2009, que la
caridad que pueda repartir el gobierno.
El futuro no es halagüeño. En el
corto plazo el impacto negativo del aumento de impuestos será ocultado por el
enorme incremento en el déficit del gasto gubernamental. Pero de mantenerse
varios años los niveles de déficit, tendremos una crisis económica como las que
hemos sufrido en el pasado. Lo bueno es que ya no le tocará a Peña Nieto
recoger los platos rotos.
·LARGO PLAZO
Cambiar de director técnico cada dos
partidos difícilmente permitirá la construcción de un equipo nacional
triunfador en el futbol. El fracaso de la selección es un espejo de la
incapacidad de los directivos de tener visión de largo plazo. No son distintos
de nuestros políticos.
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