EL JOROBADO DE SAN LAZARO
Ricardo
Monreal Avila
(Intro: El cuasimodo de San Lázaro es prodigo en gastos, y
muy corto en contraprestaciones a los ciudadanos).
El
Pacto por México y el Congreso de la Unión están por alumbrar no una reforma
fiscal, sino una deformación impositiva; no una hacienda pública sólida, sino
un cuasimodo impositivo endeble. Se le podría llamar el Jorobado de Nuestra
Señora de San Lázaro.
La
joroba es bastante prominente, representa la mitad del nuevo cuerpo fiscal:
1.5% de déficit del PIB para el año entrante, adicional al 0.4% que solicitan
para este año, sumarían 246 mil millones de pesos de deuda en tan solo 16
meses.
Si
consideramos que con los nuevos impuestos el gobierno espera recaudar de manera
directa 240 mil millones de pesos frescos, resultaría que el mayor ingreso
provendría de la deuda pública, no de los nuevos impuestos. Esto nos lleva a
concluir que la joroba del cuasimodo no sólo es prominente sino cancerígena. Es
decir, el proyecto viene con un tumor fiscal maligno de origen. Desde hace 25
años ninguna ley de ingresos de la Federación venía con tremendo desajuste.
Ahora
bien, al día de ayer, el proyecto ha sido sometido a tantas intervenciones
quirúrgicas y amputaciones por la parte frontal de su cuerpo, que es difícil
reconocer qué tanto va a aportar realmente a la hacienda pública. Lejos de
sumar, la calculadora va restando: -14 mil mdp por concepto de colegiaturas, –
17.7 mil mdp por concepto de IVA en hipotecas y renta de vivienda, – 10 mil mdp
por concepto de consolidación fiscal (al final, las grandes empresas sí podrán
seguir consolidando sus ingresos y pagar menos, pero ahora bajo una nueva
denominación fiscal). .
Todas
estas modificaciones han respondido estrictamente a lógicas de presión y
cabildeo políticos, más que a una ruta o protocolo de verificación y validación
económica o social. Por ejemplo, la homologación del IVA en las fronteras, de
11 a 16% es más letal que el IVA en hipotecas y rentas o que la consolidación
fiscal, y nadie levanta una voz por los casi 20 millones de mexicanos que
resultarán afectados en sus ingresos y en sus empleos. Este IVA fronterizo tendrá
efectos marcadamente secesionistas o separatistas, ya que la economía de la
franja norte será completamente subsumida por la economía del sur de los
Estados Unidos. Será más barato comprar, trabajar y hasta vivir en el lado
americano que en el mexicano (claro, siempre y cuando se encuentre un empleo en
esa región).
¿Hay
opciones? El supuestamente “irresponsable” y “populista” López Obrador presentó
hace unas semanas una propuesta de reforma fiscal diametralmente opuesta a lo
que ahora se discute en San Lázaro, donde la austeridad es el eje. “Ahorrar del
presupuesto público de 2014 –que se estima en 4 billones 479 mil millones de
pesos—el 8.6 por ciento; es decir, 385 mil millones de pesos, para no aumentar
los impuestos y mantener el mismo déficit de 2013. Este ahorro se puede obtener
sin afectar partidas destinadas al crecimiento económico y al bienestar social,
sólo con la reducción del gasto superfluo e innecesario”. Se le hizo el vacío.
El
cuasimodo de San Lázaro es prodigo en gastos, y muy corto en contraprestaciones
a los ciudadanos.
Con
la consigna “no taxation without representation” los parlamentarios ingleses se
rebelaron contra los Estuardo durante la guerra civil. La misma consigna,
palabra por palabra, utilizaron más tarde los representantes de las colonias
americanas para independizarse de Gran Bretaña, cuando intentaron tasar el te
(de aquí el nombre del ahora famoso Tea Party norteamericano).
En
virtud de que los funcionarios mexicanos entienden mejor el inglés que el
español, sería bueno tropicalizar ese principio clásico de la cultura liberal
democrática para recordarles que, antes de proponer aumentos de impuestos a los
ciudadanos, es necesario cumplir con un mínimo de reciprocidad y
corresponsabilidad fiscales: “no taxation without transparence”, “no taxation
without accountability”, “no taxation without quality in services”, “no
taxation without less public spending”.
Transparencia,
rendición de cuentas, servicios de calidad, menos gasto superfluo, son las
mínimas contraprestaciones que una reforma fiscal draconiana puede ofrecer a
los contribuyentes antes de jorobar su patrimonio y sus bolsillos. ¿Será mucho
pedir estas aportaciones al jorobado de nuestra señora de San Lázaro?
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